jueves, 6 de agosto de 2015

UNA HISTORIA UN PELÍN FORZADA

El día iba a ser duro, así que, tras mentalizarme un rato en el silencio del interior del carro, abrí los ojos y salí al parqueadero. Fue extraño ver a unas animadoras de porras preparando sus materiales, pero claro, yo no sabía que había un colectivo esperando para llevar a todos los chinos del barrio a pasar el día a Guatavita.  Salí a la calle. Toda la furia de Bogotá me pegó fuerte, en la boca del alma. 
Es mi primer día de labor, pensaba cada vez mas nervioso. No puedo llegar tarde. Un pitillo. Necesito un pitillo.
Por supuestísimo, cómo no,  me había dejado el tabaco en el apartamento.
No importaba. Un hombre desentejado caminaba en mi dirección, fumando con parsimonia.
 -Disculpe- le dije interrumpiendo su paso- ¿Me da un pitillo, por favor?
-¿Está loco?- contestó- Váyase al McDonalds y coja todos los que quiera.
Desconcertado por su respuesta seguí caminando hacia mi empresa. Quedaba lejos, como a quince cuadras, así que saqué mi iphone para ver…  para ver… la verdad es que no sé por qué saqué mi iphone.   Lo que sí sé es que a los treinta segundos había desaparecido de  mis manos y unos críos desaparecían entre la multitud, volteando una esquina. No me dio tiempo ni a gritar una súplica.
El guardia de seguridad armado de una pequeña finca de apartamentos me lo dijo:
-Eso le pasa por dar papaya, señor. Ya no va a poder gallinacear con el wasap. 
Dios, empezaba bien el día.
 Lo peor de todo es que con las prisas no había podido desayunar y un hambre atroz empezaba a retorcerme el estómago.
Bocadillos, cien pesos.
Que alegría. En un puesto de la calle, un cartel rezaba esa leyenda.  Pedí uno, pero era tan diminuto y  hostigante que no me gustó nada.
Apresuré el paso,  pues tenía afán.  No quería llegar tarde a mi primer día.  
Que suerte la mía, que cuando más perdido estaba me encontré con Ana, que es querida con todo el mundo y me acompañó hasta la puerta. Había llegado, sin contratiempos, a laborar. 

FIN. 

¿Os ha gustado? Espero que no. Sólo es una pequeña tontería que he escrito para poder meter expresiones y palabras que he oído desde que estoy en Colombia. 

Carro y parqueadero está claro lo que son, pero... ¿Animadoras de porras? Ejem, sacudid la cabeza y alejad esos pensamientos, ¡Pervertidos! Son animadoras culturales, de las que van a campamentos y hoteles a entretener a los niños a los que, a veces, llaman chinos. Colectivo es autobús. Labor es labor, pero pitillo en ningún caso es un cigarro, sino una pajita para beber refrescos. Tendríais que ver la cara de la cajera de El Corral (una especie de Burguer patrio) cuando Carla le pidió dos pajitas. ¿Paja significará aquí lo mismo que en España? Espero que sí, fue muy gracioso. Estuve tentado de preguntar, pero no quería parecer algo raro. 
Un hombre desentejado es un hombre calvo. Dar papaya es ponérselo fácil a los cacos. Tentarlos. Dejar un móvil desatendido encima de la mesa es dar papaya. Gallinacear no es convertir en gallinas las cosas, ni imitar a las gallinas. Es irse de ligoteo.
Un bocadillo no es un chivito. Ni una brascada. Ni un lomo queso. Ni uno de jamón (voy a llorar) a la catalana.Un bocadillo es un bocado pequeño  (tiene sentido), generalmente de algo dulce. Cuando algo es muy dulce, muy empalagoso, se dice que es hostigante.
Una persona querida con (y no por) todo el mundo es que es una buena persona, amable y simpática.

¿Y al revés? Muchas veces, a los compis de la casa, los he vuelto locos.

Ni idea de lo que es currar. Y tendríais que ver la cara de otro cuando dije que en la calle había un humo de la leche.  ¿Cómo? Debió pensar. ¿Se está quemando una vaca?

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