miércoles, 30 de diciembre de 2015

HOTEL CARCOMA

Hace un par de días llegamos a Tolú. Quiero irme de Tolú. Es el caos. Sólo se está tranquilo de doce de la noche a seis de la mañana. A partir de entonces sólo se escucha ruido a un volumen demencial. Esto es el caribe, se supone, y debería ser tranquilo. Playas, cocoteros, arena blanca, agua cristalina...
Pero no. Tolú o la zona que está cerca de la playa es un lugar olvidado por la decencia musical y la paz de espíritu.
A ver como lo explico. Resulta que aquí está lleno de ese tipo de carros-bicicleta como los que hay en el río de Valencia  propulsados por familias pedaleantes los fines de semana. Pues bien, aquí tienen todos equipos de música que ríete tú del párking de Barraca. Con altavoces gigantes y baterías de coche (casi todos con más de una) para alimentarlos. Y hay cientos de carros de esos, y todos van con la música a toda virulla. Da igual quien esté subido en el carro: un grupo de amigos borrachos, una familia con tres generaciones, con sus bisabuelos enardecidos y los bisnietos saltando como gremlins dándose una ducha. Da igual: el ballenato, la salsa, la cumbia pero, sobre todo el regaeton, campan a sus anchas como los cuatro jinetes del apocalipsis. A eso suma la música propia de los bares, que parecen todos macrodiscotecas, así sean kioskos de medio metro, el ruido del tráfico y los gritos de la gente para hacerse oír en medio del estruendo y tendrás el remanso de paz que es este, por otra parte, bonito lugar.


No quiero ser el típico viajero que viaja para criticar y quejarse por todo, de verdad. Yo no soy así. De hecho, ese tipo de gente me agobia cuando viaja y no me gusta estar cerca de ellos. Su frase preferida es "como en España en ningún sitio" y les molesta todo, pero es que este lugar me está sacando de quicio. En todos los sitios hay un altavoz del tamaño de Soria lanzando mierdas como esta. 



Cosa que empleando ancestrales técnicas budistas podría ser soportable. Si no se solapara con esto otro, claro:





HOTEL CARCOMA.

Por lo menos hemos conseguido una habitación privada con cama doble y baño propio muy barata. Lástima que la cama explotara a mitad de noche. No lo puedo describir de otra manera. Estábamos tranquilamente viendo una película en la tele (por llamar de alguna forma a este trozo de plástico lleno de mierda) por cable cuando ¡PAM! la cama a tomar por culo con nosotros encima. ¿Pero qué DEMONIOS? pensamos. ¡¡MI GUITARRA CARLA, SALVA LA GUITARRA!! Y es que mi adorada, terapéutica y muy leal guitarra estaba debajo de un amasijo de maderas. Afortunadamente, no le pasó nada. Eso sí, toda la funda estaba cubierta de un polvillo fino, típico subproducto de los muebles infestados de carcoma. Encima, un calor húmedo de mil demonios lo impregnaba todo. Así que cuando llamamos al de recepción y vio el estropicio se nos quedó mirando como si hubiéramos estado follando en pleno apocalipsis, haciendo una carrera de cuadrigas o celebrando un aquelarre en la cama.
Todo se solucionó con un cambio de habitación. Nos pasaron a una bastante más cuca. Una habitación de verdad, con sus sábanas limpias, su cuarto de baño alicatado y su mesita de noche.

EL ARCHIPIÉLAGO DE SAN BERNARDO

Hay unas islas cerca de aquí, pero no sé que vamos a hacer. Estoy cansado de playa. Quizá vayamos al interior antes de lo previsto. Necesito fresquito, ríos, caminos en la naturaleza, gente normal o, por lo menos, que no desayune etapas de potencia.
Otra cosa que me molesta bastante es la suciedad. No sé que le pasa a los colombianos con ese tema y me jode decirlo, porque tengo muchos amigos colombianos que a lo mejor se ofenden, pero si no lo contara estaría faltando a la verdad: son muy guarros con el medio ambiente. Las playas se llenan de envoltorios, plásticos, vasos, restos de comida y todo ese tipo de cosas que una persona normal tiraría en una bolsa para llevarla más tarde a algún lado más apropiado para tirarlo que una playa paradisíaca, como, no sé, una papelera. Soy consciente de que tirar la basura a la papelera es cambiarla de sitio, que no desaparece como por arte de magia, pero, joder, es horrible ver como el mar recoge basura de la orilla y se queda flotando alegremente en el agua. Y nadie hace nada para solucionar el problema.
Es curioso: cuanto más pobre es un país, más guarro y más religioso. No falla.  Entiendo que la pobreza y la religión estén relacionadas, es bastante obvia la conexión, pero no logro comprender que tiene que ver ser pobre con ser un cerdo. Aunque aquí eso no debería ser así. Colombia no es pobre, es desigual. Aquí, de hecho, se ven motos de agua y cochazos como rosquillas. No sé, como siempre, en Colombia, algunas cosas me resultan muy confusas.

Bueno, seguiremos informando.

PD: Disculpad la calidad del vídeo. Estaba huyendo mientras grababa.


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