sábado, 25 de julio de 2015

MI HELADO OSCURO

He decidido que, después de un año sin escribir poesía, ya iba siendo hora de ponerse de nuevo. Es difícil explicar por qué paré, pero tiene que ver con mi helado oscuro. Aquí iré poniendo las que crea que merecen la pena. Voy con un par.

1.
Yo no sé de maridajes.
No sabía que el foie pegara con el moscatel.
Nunca acierto a adivinar el protocolo exacto de las cenas de Julio.
No se nada de la geometría del buen vivir.
Es más
pensaba que la etiqueta sólo cuelga en los dedos de los muertos.
Por eso (entre otras neuras) me cuesta entender la relación
entre una ensalada y el padre de mi novia.
Por eso siempre la lío y meto un brazo a destiempo tratando de ayudar.
Bien,

ahora descubro que esa es la definición de tensión estúpida.
Lo que si sé (no de memoria sino escarificado en mi adn por un demonio infinitesimal periodo) es que yo no nací para seguirle el juego al desdén que llevo dentro,
ni para explicar a los gatos la diferencia entre susto y suspense.
Lo que a mi me gusta es la luz entre las hojas
los libros sorpresa
las estructuras gélidas abandonadas.
¿Quien vivió allí?
Lo que si sé es buscar la suerte igual que un zahorí en Las Vegas y
leer la espuma de todos los líquidos.
(Pero no me preguntes que pega con el foie)


2.

En Bogotá la diferencia es abismal
sobre todo entre el sol y la sombra
pero también
entre etnias y fachadas
el norte y el sur
la sonrisa y los dientes.
De verdad
no sé que tienen los mastodontes
que atraen por igual a ejecutivos y cervatos
a obreros que no hacen otra cosa que ampliar laberintos.
Esto es serio:
Ayer vi uno tratando de dormir entregado al olvido.


2 comentarios:

  1. A ver si se animan los comentarios que voy a parecer interesadaaa... Y NO SOY FAMILIA... Aclarado este punto, no entiendo nada tío! A que hora escribías esto??? ;)

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  2. Jamás he sabido apreciar la poesía, pero soy capaz de apreciar esfuerzo y dedicación. Sigue caminando, my friend.

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