viernes, 31 de julio de 2015

INDITEXLANDIA

Bogotá no tiene estaciones. Ni de autobús ni de las otras. Aquí todo el año es lluvierno. Llevamos una semana y pico y TODOS los días nos ha llovido. Permitirme que os diga que eso, para un hijo de Primado Reig, es un movidón. No es muy deprimente porque no es constante. Llueve diez minutos, hace sol media hora y justo cuando te estás quitando el chubasquero se pone a llover de nuevo. En un día cambia el tiempo más que Blasco de partido. No hay estaciones, yo flipo, y todos los días se hace de noche de cinco y media a seis. Por el contrario se hace pronto de día y a las seis de la mañana ya es hora punta. El prime time televisivo empieza a las siete de la tarde, más o menos. Lo sé porque el otro día pusieron "La desolación de Smaug" a esa hora. Me dormí, por cierto.

Ayer fue otro día normal, excepto por una cosa: buscando un costurero (sí, que pasa, buscaba utensilios de costura dentro de una caja) mis pasos acabaron en un centro comercial gigante. Entré por si acaso podía encontralo allí. ¿Estúpido? Puede, no hay tiendas así en los centros comerciales, pero llevaba mil horas buscando. Es el efecto "esperanza idiota" bajo el cual haces idioteces, como mirar diecisiete veces en el mismo cajón a ver si aparece el DNI. Pffff. Cómo los odio. Los centros comerciales, digo. Automáticamente estaba en España de nuevo. No había nada, absolutamente nada, que me dijera que estaba en Colombia. Es flipante lo de los centros comerciales. Estaba en inditexlandia. Suelos blancos brillantes, casetas de bisuteria o velas aromáticas en los pasillos, Zaras, Jack and Jones, Starbucks, arquitectura idéntica, colores idénticos... Espera un momento. ¿Y si todo había sido un sueño? ¿Y si no me había ido a Colombia? Es más ¿Y si Carla no existía? ¿Y si seguía trabajando en la tienda Casa, en el centro comercial Bonaire? A lo mejor había salido en mi descanso a vagar sin dirección como tantas otras veces y me había dado una embolia o algo.  Eso o me había teletransportado a España de alguna manera.


                                                               Los protas de Star Treck en el escaparate de Zara,


Me entró un miedo absurdo. Sé que es estúpido, pero fue una sensación muy poderosa. Aceleré el paso para largarme de allí atrayendo las miradas de un par de seguretas, igualito que en España, que siempre me pasa porque en un centro comercial me muestro nervioso, impaciente por largarme y no sé que hacer. Lo que digo, aceleré el paso hasta salir a la calle. ¡Que alivio! Allí seguía la ciudad gris y contaminada de siempre, allí seguía la ruidosa y desconchada ciudad de Bogotá. Allí seguía la lluvia rebotando en los techos del atasco, en las sombrillas de los carritos que venden papas y minutos de móvil a cualquier operador. Allí seguía la acera plagada de trampas y obstáculos.
Fui a casa corriendo para darla a Carla mil besos y medio. Hoy voy a ir otra vez al centro comercial, esta preparado, para echar hojas de vida a saco. No me gusta, pero no soy imbécil, sería un buen curro para estar cuatro meses. Horario fijo, sin ser jodido a nivel físico y con el aire bien filtradito. Además, material de primera para el blog, atendiendo cada día a mucha gente distinta. Eso sí, no dejaría de ser una paradoja del tamaño de Saturno salir de España y terminar currando para Amancio Ortega.
¡Deseadme suerte!

3 comentarios:

  1. Debe descolocar mucho a los que estamos acostumbrados a los cambios estacionales a lo largo del año encontrarte con un clima tropical húmedo uniestacional tan poco cambiante.
    Tendrás que seguir acudiendo al centro comercial donde parece que todo resulta más familiar. A lo mejor te encuentras con una franquicia de la "Sureña" y de los "100 montaditos" y te pones morado a tapas españolas. O te colocas de camarero.
    Un saludo y buena suerte.

    ResponderEliminar
  2. Cómo lo sabes. Ya he visto un 100 montaditos. Iré esta tarde a echar un CV.

    ResponderEliminar
  3. A mi también me llamaba la atención en Quito entrar al Quicentro norte (un centro comercial muy conocido) que estaba bastante cerca de donde vivía y encontrarme un zara, pero lo que más me llamaba la atención es que todos tenían lo que allí se conoce como el patio de comidas, todos comiendo kfc o guarrerias similares a precios desorbitados para la economía local. Yo intentaba ir el menor número de veces posible.

    Un saludo Javi.

    ResponderEliminar